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Encuentro: «Diálogos en interdisciplina»
14 agosto, 2018
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Diálogos de Infancia:“Las configuraciones de nuestra praxis en los tiempos de pandemia”
24 abril, 2020
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Muchas veces escuché a padres y a madres de niños y niñas con problemas en el desarrollo, comentar con angustia alguna situación de la vida cotidiana en la que vieron a sus hijos o hijas en un contexto que planteaba algún nivel de interacción con otros niños o niñas de la misma edad: cumpleaños de compañeros de la escuela, reuniones con amigos, encuentros familiares, ocasionales situaciones en la plaza, etc.

No es que no supieran o negaran la situación de sus hijos con dificultades, pero esa comparación o estimación – que por momentos hacían y por momentos suspendían o postergaban a fin de continuar el día a día – , se precipitaba de modo brusco al encontrarse en contextos como los mencionados. Se realizaba y se imponía muy concreta frente a sus ojos. Y se tornaba en sí una comparación, una referencia. Algo se presentaba de golpe, inesperadamente.

La sensación que muchas veces me transmitieron los padres fue de dolor, de sufrimiento, un “agujero en las tripas” una pena muy grande. Algo duro de ver, algo difícil de soportar.

Esas situaciones por lo general no tomaban la característica de ser permanentes, de hecho: hablando, tematizando los sucesos, desarmando y volviendo a construir los momentos, repensando las situaciones y ponderando los procesos por encima de los hechos puntuales, la película por sobre la foto, generalmente los padres retomaban la posibilidad de recomponerse, no sin trabajo, no sin angustia, pero renovados o reubicados como para proseguir con el camino de la vida cotidiana y sus vicisitudes.

En estos días tan particulares donde la vida de todos ha cambiado en función de los sucesos que la pandemia provoca, asistimos como es lógico a múltiples propuestas y sugerencias para encarar la crisis, el confinamiento. El ¿Qué hacer con los niños/as?

Muchas de esas propuestas además emanan de ámbitos institucionales (Escuela por ejemplo) y también de otros ámbitos no institucionales que nos llegan como “aportes”, “sugerencias”.
Por eso se difunden plataformas donde las/os niñas/os se conectan para buscar sus tareas, las tías y las abuelas avanzan en el conocimiento de aplicaciones como Zoom, Skype, Facetime, Instagram y demás.

Todas las estrategias utilizadas para salvaguardar el contacto, la interacción y el encuentro me parece en principio que pueden ser de gran utilidad. Mucho más en este momento que nos conmueve a todos.

Dicho esto, quisiera introducir una breve reflexión sobre el uso de dichas aplicaciones y medios audio visuales; en particular cuando se encuentran entre los destinatarios niñas/os con problemas en el desarrollo.

Puede suceder que cuando se difundan materiales, actividades o tareas para todos, en ese todos sea necesario introducir alguna diferencia considerando aquellos/as niños/as que por alguna razón no pueden acceder o procesar aquello que se les destina. Algunos niños hablan con dificultad, dicen muy pocas palabras, o tal vez las dicen de un modo poco comprensible; otros no consiguen comprender las palabras que escuchan o lo hacen parcialmente de modo fragmentado, a muchos les cuesta interpretar el sentido de lo que se le está diciendo y también puede suceder que no alcancen a sentir que esas palabras les hablan a ellos, les dicen a ellos. Algunos pueden en el ámbito íntimo de su hogar mostrar producciones lingüísticas que no alcanzan a generar cuando una cámara, que comienza a funcionar como una especie de ventana, se abre dejando suspendida esa condición de intimidad.

Todo eso puede suceder, pero eso no implica que quienes presenten esas dificultades no puedan participar de algún modo, de alguna manera de las actividades o propuestas.

Junto con esto pienso que además del hecho de pensar especialmente y de modo singular para cada niño/a también estaremos al mismo tiempo evitando o al menos disolviendo en parte la fuerza del impacto que genera en los padres ponderar constatar y ver tal como en los contextos antes referidos (cumpleaños, reuniones, etc.) la dificultad de sus hijos/as y la comparativa, que otra vez se hace presente con el agravante de que esa situación se da hoy en un contexto de restricción de la circulación.

No planteo estas prevenciones suponiendo o proponiendo que haya que negar los problemas, todo lo contrario; justamente al tomarlos en cuenta estaremos apuntando a realizar pero en serio ese objetivo primero: que sea para todos/as.

Sucede entonces que ese pensar, reflexionar, crear implementar para llegar a todos/as escapa a las resoluciones que toma el presidente, a las que se analizan en los ministerios y los municipios, y otros tantos ámbitos.

Somos nosotros los profesionales de la salud y los docentes los que tenemos que reflexionar y trabajar sobre este punto y desarrollar de modo creativo estrategias.

  • Que un niño no pueda hablar no implica necesariamente que no comprenda.
  • Que un niño tenga problemas de comprensión no implica que no pueda 
comprender nada.
  • Que una niña no pueda hacer un relato no implica que no pueda responder 
preguntas puntuales
  • Que una niña no pueda comentar ¿a qué estuvo jugando? No implica que no 
pueda mostrar ante la cámara del teléfono cual es su juguete mas querido
  • Existen diferencias importantes entre: ver / observar / mirar videos por un lado 
y verse / observarse / mirarse en una pantalla o en dispositivo por otro. 
Muchas veces estos dispositivos provocan situaciones de gran inhibición.
  • Aun los niños/as que de momento están lejos de las palabras pueden 
reconocer en la voz que entona sus nombres o en la simple melodía de una canción un llamado al encuentro.

Sé que muchas escuelas, especialmente en el nivel inicial están pensando y trabajando sobre estos temas, que intentan “personalizar” todo lo posible sus contactos. También es claro que muchos docentes son conscientes que muchas Tareas (fuera del ámbito del aula) requieren interpretación de consignas que en ocasiones los niños no pueden resolver, que requieren de ayudas que a veces los adultos no pueden – no saben – no quieren – no les sale brindar, y que se generan desencuentros intensos donde se los persigue a los niños para que hagan la tarea que no quieren hacer.

¿qué clima de aprendizaje sería ese?
¿qué tipo de aproximación a la construcción ( ¿?) de qué conocimientos?
¿Qué sentido tiene introducir tensiones y desencuentros y sensaciones de profunda frustración justo ahora?
¿Dónde se elabora y tramita todo eso estando todos metidos bajo el mismo techo?

Es necesario reconocer el enorme esfuerzo que muchos docentes, psicopedagogos, y trabajadores y trabajadoras vinculadas al ámbito educativo escolar realizan.
Pero justamente por eso, ¿No sería oportuno aclarar que esta modalidad de “Escuela Virtual” obedece únicamente a la necesidad de improvisar en la emergencia?

¿Cómo se tramita en los niños esto de que hace un ratito se encontraban con su maestras y compañeros en la escuela y de pronto eso ya no está, eso ya no es posible y a cambio algo de todo eso (escuela, docentes, compañeros), un sesgo de eso aparece en casa, se introduce pero ahora en los dispositivos que eran para divertirse, en los dispositivos que había que dejar y no estar todo el tiempo. Dispositivos además Que han sufrido una suerte de cambio de jurisdicción sobre los mismos. Ahora es obligatorio ir a ellos pero a cumplir.

Algunos podrán disfrutar de esas actividades y tareas, y transitar por ellas con ganas, con entusiasmo, y establecer un lazo que los vincule a sus espacios, y eso es enormemente positivo, pero claramente eso no pasa con todos.

Considero necesario cuestionar la idea de que necesariamente el tiempo de estar en casa por la pandemia tenga que ser si o si productivo. Estar haciendo todo el tiempo no implica que se esté produciendo, estar repitiendo no implica que se esté aprendiendo o construyendo. Llenar el tiempo no necesariamente implica elaboración alguna.

Del mismo modo entiendo que podría resultar una posibilidad para los padres y los niños encontrarse en juegos, o actividades sólo por que si. Por disfrutar, por compartir, por pasar el rato juntos. Sin la necesidad imperiosa de transformar cada juego cada actividad en algo a lo que hay sacarle provecho (y el provecho pensado únicamente del lado del contenido, del lado de lo que se aprende, etc ).

No recuerdo que en mi infancia cuando juagábamos a la escondida a alguien se le ocurriera ponderar ese juego por sobre otros porque nos permitía ejercitar la serie numérica…
O tampoco recuerdo que mi papá me propusiera jugar al “veo veo” cuando viajábamos en el colectivo 77 “para favorecer y expandir mi vocabulario”.

Quiero decir, la insistencia desaforada en buscar la utilidad puede llevarnos a arruinar esos momentos que tienen valor en sí, que son irrepetibles y efímeros, que pueden suceder, donde la creatividad pueda desplegarse sin temores, sin imposiciones, sin obligación. Donde aparezca el placer de jugar y encontrarse.

Incluso puedo entender que tal vez pueda no salir nada, o no haya ganas en ese momento, que tal vez después. O que simplemente no suceda. ¿Cuántas veces sucedió? No será ni la primera ni la última vez.

Tal vez el único gran aprendizaje que nos plantea la hora sea que los niños y niñas puedan construir recursos para atravesar este tiempo, hasta que podamos salir a las calles y retornar a nuestras vidas.

Me gustó mucho una cita que hizo una colega, la escuchó o leyó de una docente, no es textual pero decía algo así como que “no importa tanto en que punto del aprendizaje regresen los alumnos a las escuelas, lo que importa es que estén en el punto que estén allá los vamos a buscar y los vamos a encontrar para seguir aprendiendo”

Los mismo vale para todos y para todas los niños y las niñas, más allá de cuantas palabras puedan decir.

Fernando R. Baralo Fonoaudiólogo
Terapeuta de Lenguaje. Miembro de Lugar de Infancia.

*Agradezco la generosidad de Irene Sobol. Siempre iluminando con calidez y ayudando a pensar y aprender.

 

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